“Entierro, destierro o encierro”

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  • El Pabliato: el regreso a la vida pública de un tirano.

Por: Alberto Ramos García/A Fuego Lento.

A Conrado de la Cruz, director del Periódico Cuarto Poder (QEPD)

A Ángel Mario Ksheratto (QEPD), A Miguel González Alonso (QEPD)

El gobierno de Pablo Salazar Mendiguchía así como se destacó con grandes obras –por supuesto, algunas ya visionadas desde la administración de Roberto Albores-, también es recordado por el pleito casado que tenía con la entonces alcaldesa de Tuxtla, Victoria Rincón Carrillo, y con la prensa.

Vicky Rincón fue la primera mujer presidenta que tuvo Tuxtla Gutiérrez, de mano dura y un recio carácter, defendió la autonomía de la capital y la investidura que portaba. Por supuesto, esto le costo al Partido Acción Nacional perder ese bastión en Chiapas, desde 2004.

El costo de la animadversación de Mendiguchía con los medios de comunicación, llevo a que en su gobierno periodistas, personajes de la vida pública o familiares de quienes ejercían su derecho a la libertad de expresión fueran encarcelados u hostigados.

La pluma crítica de Ángel Mario Ksheratto (QEPD), Miguel González Alonso (QEPD), Carlos Z. Cadenas, Enrique Zamora Cruz, Lydia Cacho, Sergio Melgar, Amet Samayoa, Roberto Domínguez Cortés y su servidor, somos solo un “botón” de cómo se ejerció el periodismo en ese sexenio.

Hoy, después de retirarse de la vida política busca reincorporarse a las grandes ligas, como un “cercano” al gobernador electo, Eduardo Ramírez Aguilar.

La pregunta es… ¿será prudente?

En primera recordemos que mal o bien, gobernó a Chiapas desde su óptica, con la gran ventaja que recibió un Estado con grandes proyectos.

El error, su obsesión contra el PRI y José Antonio Aguilar Bodegas, lo llevó a designar a Juan Sabines Guerrero; por supuesto, es un secreto a voces que la tragedia de las y los chiapanecos ocasionada por el Huracán Stan sirvió para financiar la campaña de su candidato.

El gobierno de Pablo Salazar se desentendió de las necesidades básicas en los municipios y obligó a los ayuntamientos a pedir créditos a la Banca de Desarrollo; lo coincidente es que su hermano era subdelegado de Banobras, se rumora que había cierto trueque por la asignación de un crédito.

La prensa dejo constancia de la represión al magisterio de Chiapas y al sindicato de la Secretaría de Salud, incluso hubieron líderes sindicales encarcelados. Por supuesto, el entonces secretario de Educación, Alfredo Palacios, no cantaba mal las rancheras.

Las y los estudiantes de la Mactumactzá, que fueron contenidos con gas lacrimógenos y el uso de la fuerza pública, también tienen memoria. Incluso durante su gobierno se cerró el internado por quedar bien con el entonces presidente Fox.

Tras esa represión brutal, en la que no solo estudiantes fueron encarcelados sino hasta maestros y madres y padres de familia, y en la que un miembro de la Mactumactzá fue asesinado por presuntamente agentes del gobierno, ha dejado un conflicto social permanente a las administraciones subsecuentes.

Entró en confrontación directa con el entonces presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH), Pedro Raúl López Hernández, quien incluso señaló que temía por su vida y libertad, y responsabilizó al gobernador, Pablo Salazar Mendiguchía, y al entonces procurador de Justicia, Mariano Herrán Salvatti, de lo que pudiera sucederle a él y su familia.

Cuando se trastocan diversas esferas, es imposible no tener memoria.

Entre líneas…

En el Gobierno de Pablo Salazar Mendiguchía, tuve un marcaje  personal , al grado, que la agencia de viajes de mi primera esposa fue auditado 14 veces y se le negaba el acceso a Palacio de Gobierno.

Recuerdo que regresábamos de unos 15 de años de Arriaga y al entrar a Tuxtla Gutiérrez, en el retén de la extinta Pochota me hicieron bajar de mi vehículo, tras dos horas nos permitieron irnos, y mis hijos en gran llanto, por supuesto estaban pequeños.

El marcaje era intolerable y obviamente no solo yo padecía persecución y acoso, fuimos varios colegas los hostigados hasta el cansancio.

En otra ocasión, mi vehículo fue averiado de manera intencional, pues casi todos los birlos de las llantas habían desaparecido.

Sentado en el poder, Pablo era presto para la ira y la venganza.

Todo por escribir sobre los amoríos del gobernador Salazar: Para llegar al poder se llega por la recámara. Tras esta publicación recibí una llamada:

Me habla al teléfono una secretaría: ¿El señor Beto Ramos?

– Si, de parte de quién.

– Ahorita le van a hablar, respondió la voz femenina.

– ¿Sabes quién te habla? Se escuchó una voz de soberbia y lleno de ira.

– Contesté, ¿el Senador Pablo Salazar?

– ¡No te olvides que soy el Gobernador de Todos los chiapanecos!. Y desde este momento búscate un abogado porqué te meteré a la cárcel si no te retractas en tu propia columna. Corta de golpe la llamada.

Sinceramente, me dejó perplejo y sacado de mis cabales , y fríamente pensé en Pedro Raúl López, entonces ombudsman chiapaneco.

Le platiqué a grandes rasgos, me tomó mi declaración y bendito Dios la mandó en ese entonces a Amnistía Internacional en Londres , Inglaterra.

De hecho, eso fue mi salvoconducto para que no me metieran a la cárcel. Y sin vanagloriarme fui uno de los primeros periodistas amenazado por Pablo Salazar.

Hace unos años, nos encontramos en Toks plaza del Sol, quiso saludarme –como si el tiempo borrara las afrentas y los tragos amargos que pasó mi familia- y solo le dije, bendiciones.

No hay rencor, pero si tengo memoria.

Nos leemos mañana, Dios mediante , y recuerden aquella frase de terror del gobierno del innombrable de Soyalò : Entierro, destierro o encierro